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«The Elder Scrolls IV: Oblivion Remastered» – Reseña del videojuego para PS5

«The Elder Scrolls IV: Oblivion Remastered» no es solo una restauración visual: es una carta de amor a uno de los RPG más influyentes de la historia. Lanzado originalmente en 2006, el cuarto capítulo de la saga The Elder Scrolls vuelve casi dos décadas después con un objetivo ambicioso: revivir la magia de Cyrodiil para una nueva generación sin traicionar el alma del original. Bethesda y Virtuos han reimaginado este universo bajo los estándares modernos, implementando el poder técnico de Unreal Engine 5 sin desligarse de los cimientos que hicieron del título un clásico. Así que ¿Vale la pena volver?

Si y es que gracias al motor Unreal Engine 5, Cyrodiil pasa de ser simplemente un mapa jugable a convertirse en un lugar cargado de atmósfera, identidad visual y nostalgia tangible. Y es que lo primero que golpea es el paisaje. No con fuerza bruta, sino con melancolía. La misma colina que una vez subiste en una TV de tubo, ahora se extiende ante ti con sombras volumétricas, bruma matinal y ríos que reflejan los cielos de Tamriel como espejos mágicos. Los desarrolladores, Bethesda junto a Virtuos, no reconstruyeron Cyrodiil, lo reiluminaron, lo redefinieron con luz natural, texturas 4K y vegetación que responde al viento como si tuviera alma.

Las ciudades, antes limitadas por el hardware de Xbox 360, hoy brillan como maquetas vivas: Bruma respira frío, Anvil tiene aroma a sal marina, Skingrad exuda intriga cortesana. Los portales a Oblivion, antes corredores repetitivos de lava, son ahora pinturas de pesadilla, con arquitectura infernal y cielos fragmentados. Entrar a uno es volver a sentir peligro real.

Jugabilidad:

Jugar «The Elder Scrolls IV: Oblivion Remastered»  es recordar por qué este título era diferente. No te da una clase, te da una hoja en blanco. Si usas la espada, mejoras tu habilidad. Si robas, tu sigilo crece. Si lanzas fuego, tu magia fluye. Es un sistema que te recompensa por jugar como quieres, no como te imponen.

¿El combate? Sigue siendo básico comparado con títulos actuales. Golpear, bloquear, retroceder. Pero ahora hay mejores animaciones, un sistema de esprint, vibración háptica y detección de impactos que hacen que las peleas se sientan más… físicas. El sistema de escalado de enemigos, ese infame talón de Aquiles, ha sido reajustado para no romper la progresión. Ahora puedes sentirte poderoso sin que cada bandido use armadura daédrica.

Y ojo: aquí no hay brújula que lo diga todo, no hay puntos de interés en cada colina. A veces simplemente caminas… y sucede algo. Y eso es algo que la mayoría de RPG modernos ha olvidado.

Historia y libertad narrativa:

La premisa central sigue inalterada: el emperador Uriel Septim ha muerto y el mundo entra en caos cuando se abren portales al reino daédrico de Oblivion. Nuestro papel como Héroe de Kvatch es encontrar al heredero perdido y cerrar las puertas del infierno.

Pero Oblivion no busca que corras directo al final. Te invita a perderte, y eso sigue siendo su mayor fortaleza:

  • Puedes unirte a los gremios: ladrones, asesinos, magos o guerreros, cada uno con su propio arco dramático e identidad jugable.
  • Puedes dedicarte a la alquimia, a vivir en una cabaña, o incluso a recorrer pueblos pequeños resolviendo disputas aldeanas.
  • Las misiones daédricas ofrecen las mejores historias del juego: trágicas, grotescas, cómicas y a menudo filosóficas.

Y luego está Shivering Isles, una expansión que se siente como un juego nuevo: una tierra gobernada por la locura, dividida entre manía y demencia, con uno de los antagonistas más memorables de la franquicia: Sheogorath, el Príncipe Daédrico del Caos.

Gráficos:

Hay que decirlo, la verdadera magia del remaster está aquí:

  • Materiales físicos: armaduras reflejan luz como acero real, las túnicas tienen ondulaciones por el viento.
  • Trazado de rayos: en los portales a Oblivion, la lava emite luz voluminosa que tiñe los muros de rojo irreal.
  • Vegetación procedural: campos de lavanda y helechos animados por sistemas atmosféricos dinámicos.
  • NPCs con modelos renovados: sin alcanzar el nivel de realismo de juegos actuales como Final Fantasy VII Rebirth, pero muy por encima de lo que era Oblivion en 2006.

El salto visual no es sólo técnico, sino artístico: hay intención en cada sombra, en cada cielo estrellado, en cada cueva húmeda y reverberante.

Sonido:

  • La banda sonora de Jeremy Soule ha sido completamente remasterizada y remezclada. Ahora suena más profunda, con reverberación ambiental y capas sonoras que se ajustan al clima y al estado emocional de las misiones.
  • Efectos ambientales como el crujido de ramas, el canto lejano de criaturas o el eco en pasillos imperiales han sido rediseñados.
  • Las voces principales fueron mejoradas en calidad sonora, pero eso sí, las voces repetidas de NPCs siguen ahí. A estas alturas ya es parte del encanto, como un “meme institucionalizado” de la franquicia.

Rendimiento en PS5:

  • Modo Rendimiento: 60 fps a 1440p con estabilidad aceptable.
  • Modo Calidad: 30 fps a resolución 4K con trazado de rayos, ideal para sesiones contemplativas.
  • Problemas detectados: algunos drops de FPS en zonas densas como la Ciudad Imperial tras 2-3 horas sin cerrar sesión. Parche en camino.
  • Carga rápida: prácticamente instantánea. Entrar y salir de portales a Oblivion ahora es fluido.
  • El uso del DualSense para vibraciones sutiles (como la cercanía de enemigos invisibles o el rebote de una flecha) eleva aún más la experiencia.

Es importante decirlo, en tiempos donde muchos RPG se centran en gráficos de cine y decisiones guiadas por “moralidad clara”, «The Elder Scrolls IV: Oblivion Remastered» apuesta por la ambigüedad, por el rol sin restricciones, por la exploración como acto de libertad. No se trata de ser un héroe: se trata de ser tú, en un mundo que responde a tu curiosidad, tus errores y tus caprichos.

Así que, en conclusión «The Elder Scrolls IV: Oblivion Remastered» no es perfecto. No quiere serlo. No busca competir con los gigantes del AAA moderno ni reinventar lo que fue. Es un juego que invita a la contemplación, al error, a la experimentación sin prisa. Un título que se toma su tiempo —y te pide lo mismo a cambio.

Si eres de los que buscan eficiencia, acción constante o decisiones morales con finales espectaculares… este juego quizá no es para ti. Pero si quieres habitar un mundo, perderte en él, vivirlo y no solo jugarlo, entonces Oblivion Remastered no es un simple remaster: es una segunda oportunidad para volver a casa.

Lo bueno

  • Mundo amplio y vivo: Cyrodiil se ve espectacular con gráficos modernos, efectos de clima y entornos detallados.
  • Misiones secundarias memorables: Las historias de gremios, daedras y personajes secundarios son profundas, variadas y creativas.
  • Mejora visual notable: Se renovaron texturas, iluminación, modelados y escenarios con Unreal Engine 5.
  • Banda sonora remasterizada: La música y los efectos sonoros han sido pulidos, manteniendo la atmósfera original.
  • Libertad total de juego: Puedes explorar y jugar como quieras sin que el juego te obligue a seguir una historia fija.
  • Expansiones incluidas: Viene con “Knights of the Nine” y “Shivering Isles” ya integradas y actualizadas.

Lo malo

  • Animaciones faciales anticuadas: Los personajes siguen teniendo expresiones rígidas y poco realistas.
  • Voces repetidas: Muchos NPCs suenan igual, lo que rompe un poco la inmersión.
  • Sistema de combate limitado: Aunque mejorado, sigue siendo algo torpe comparado con juegos actuales.
  • Rendimiento inestable: Hay caídas de rendimiento en ciertas zonas, especialmente en sesiones largas.
  • Difícil para nuevos jugadores: La falta de ayudas y marcadores puede hacer que te pierdas fácilmente si no conoces la saga.

Calificación

100 - 85%

85%

The Elder Scrolls IV: Oblivion Remastered es un viaje al pasado que no olvida mirar hacia el futuro. Es imperfecto en aspectos técnicos, pero profundamente ambicioso en su fidelidad y evocación emocional. Se siente como una oda al RPG de vieja escuela, embellecida por una nueva capa de pintura que no borra sus arrugas, sino que las celebra.

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Moisés García

Mitad caballero, bohemio y embustero; algo soñador y poeta. Cinéfilo y Fotógrafo. Fan de Andy Kauffman.

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